ANTES DE QUE ME OLVIDE 7--2025 ENERO EVILARD
LILY- "LE REVE DU MOME"
LILY
El otro día pasó por “El Sueño del Pibe” Lily.
Para hablar de ella, tenemos que ir hacia atrás. Actualmente tiene 96 años, vive en su casa, se mueve por todos lados con su sonrisa eterna, con una energía inaudita. Es un encanto de mujer, y su rostro siempre desprende una serenidad que parece de otro tiempo.
Cuando alquilé el lugar a la comuna de Evilard, ella fue la primera del barrio en aparecer. No fueron muchos más.
Lo cierto es que el atelier donde desarrollábamos todas las actividades del Land Art de Biel-Bienne había sido la casa y el taller de su padre, quien tenía una empresa sanitaria. Ella y su hermana habían nacido allí. Me contaba la historia del lugar y, de vez en cuando, se paseaba por el atelier, recordando el tiempo que vivió en él.
Un día me preguntó si quería ver unas fotos antiguas del barrio en distintas épocas, con la condición de que se las devolviera.
Así que copié aquellas imágenes: niños bajando en trineo por la calle, escenas de otra vida, la llegada de la gente en funicular, calles más angostas y con más árboles creciendo de manera salvaje. Restaurantes y lugares de reposo. Venían alemanes a descansar, atraídos por el aire puro. Quizás de ahí surgió el dicho de que era “el pueblo de los millonarios”, porque quienes llegaban de vacaciones traían dinero, y otros no podían pagarlo.
El avance del automóvil fue desplazando lugares emblemáticos y, con la excusa de que remodelar era más caro que construir, la ciudad se transformó en un sitio dormitorio.
Hacía tiempo que no veía a Lily, y fue un gran placer encontrarla de nuevo. Esta vez, sin embargo, sus ojos parecían más tristes, aunque su bella sonrisa seguía intacta.
Pero esta vez me contó algo que jamás había mencionado.
En el mismo lugar donde yo había creado un pequeño espacio llamado MIMUS (Micro Museum Seeland), donde organizaba exposiciones y performances, me dijo que, en su infancia, allí había trabajado un tapicero que era nazi. Siempre hacía la señal con el brazo.
Me sorprendió lo que me decía, y le pregunté si había muchos nazis en Suiza.
—Se juntaban siempre en Biel —me respondió—. Eran colaboracionistas.
Luego, con voz más baja, añadió:
—Mi padre tenía un revólver en casa y nos decía: "Si esos vienen a buscarlas, yo las mato antes".
Con el tiempo, cuando su padre murió, la familia se repartió algunas de sus pertenencias, y el revólver terminó en manos de su hermano.
Pasaron los años y un día su hermano le confesó que lo había vendido. Le habían dado buen dinero por él.
—Me dio mucha rabia —dijo—. Ese revólver era para mi hermana y para mí. Era nuestro símbolo de protección.
Se quedó un rato en silencio. Luego la vi desaparecer con su carrito de compras, como en una antigua película en blanco y negro. Avanzaba con su parsimonia, pero con esa energía inagotable de siempre.
—Chau, Lily, chau...
Y una gran lágrima se expandió en el suelo, como un bello lago suizo.
Kardo Kosta
Evilard, Suiza - 25/01/25