Lo mas difícil era conseguir los rulemanes, pero si tenias un amigo que su padre era mecánico, ya estaba hecho, el tamaño de los rulemanes era importante , lo cual garantizaba la velocidad .
Armar el carrito era lo mejor , adelante un eje que se movía con 2 rulemanes y atrás un eje fijo con los otros dos. Ahora como hacíamos que este eje se pudiera mover, poníamos uno de estos tornillos largos con mariposa y de ambos extremos del eje atábamos unas cuerdas con las cuales le dábamos la dirección hacia la izquierda o la derecha. Los carritos en bajada agarraban su buena velocidad, y entonces como los frenábamos ?..... de cada lado del cajón que hacia de chasis , les poníamos unas maderas y abajo clavábamos unas suelas de goma que al apretarlas contra el suelo hacían de freno.
De la buena fabricación de los carritos dependía mucho el tiempo de duración , en el eje la madera era sacada con cuchillo, para que el ruleman entrara justo, y luego se atravesaba un buen clavo, de ambos lados para que no se saliera
Cuando surgía una idea de estas aparecían entre 5 u 8 carros en la linea de largada. También estaba la posibilidad de un acompañante , digamos que era imprescindible para darle velocidad al carro, apenas tomaba un poco de velocidad el se subía atrás , y las pintadas de los carros ni te cuento, ahí cada uno exprimía sus dotes artísticas.
En el San Ignacio había una bajada bastante pronunciada , desde el puente donde pasaba el zanjón, así que nos tirábamos desde ahí.
Una tarde después de hacer varias carreras yo me volví a casa antes , y después a la noche mi madre se acerco a mi y me dijo no salís mas a la calle con el carrito , yo como siempre signo de interrogación en mi cabeza.
Al otro día me entere que uno de mis amigos con su acompañante se había tirado por la bajada, y justo llegaba el colectivo numero 8 , que daba la vuelta en esquina donde estaba la farmacia, los manuelitos Fangio se entusiasmaron tanto con la velocidad, y se tiraron todos sin mirar y de pronto apareció ese enorme monstruo rojo y blanco, así que hubo varios vuelcos , rodillas raspadas, lo típico, y las malas lenguas dijeron que el jorgito, casi va a parar debajo del colectivo.
Todos a guardas nuestros bólidos de rulemanes , y los sacábamos de tanto en tanto, con permiso de nuestras respectivas madres y solo por la parte plana, con el tiempo las piezas se fueron gastando, y allí quedaron los rulemanes como recuerdos de aquellas carreras.