miércoles, 13 de julio de 2011

Carritos de Rulemanes

Lo mas difícil era conseguir los rulemanes, pero si tenias un amigo que su padre era mecánico, ya estaba hecho, el tamaño de los rulemanes era importante , lo cual garantizaba la velocidad .
Armar el carrito era lo mejor , adelante un eje que se movía con 2 rulemanes y atrás un eje fijo con los otros dos. Ahora como hacíamos que este eje se pudiera mover, poníamos uno de estos tornillos largos con mariposa y de ambos extremos del eje atábamos unas cuerdas con las cuales le dábamos la dirección hacia la izquierda o la derecha. Los carritos en bajada agarraban su buena velocidad, y entonces como los frenábamos ?..... de cada lado del cajón que hacia de chasis , les poníamos unas maderas y abajo clavábamos unas suelas de goma que al apretarlas contra el suelo hacían de freno.
De la buena fabricación de los carritos dependía mucho el tiempo de duración , en el eje la madera era sacada con cuchillo, para que el ruleman entrara justo, y luego se atravesaba un buen clavo, de ambos lados para que no se saliera


Cuando surgía una idea de estas aparecían entre 5 u 8 carros en la linea de largada. También estaba la posibilidad de un acompañante , digamos que era imprescindible para darle velocidad al carro, apenas tomaba un poco de velocidad el se subía atrás , y las pintadas de los carros ni te cuento, ahí cada uno exprimía sus dotes artísticas.
En el San Ignacio había una bajada bastante pronunciada , desde el puente donde pasaba el zanjón, así que nos tirábamos desde ahí.
Una tarde después de hacer varias carreras yo me volví a casa antes , y después a la noche mi madre se acerco a mi y me dijo no salís mas a la calle con el carrito , yo como siempre signo de interrogación en mi cabeza.
Al otro día me entere que uno de mis amigos con su acompañante se había tirado por la bajada, y justo llegaba el colectivo numero 8 , que daba la vuelta en esquina donde estaba la farmacia, los manuelitos Fangio se entusiasmaron tanto con la velocidad, y se tiraron todos sin mirar y de pronto apareció ese enorme monstruo rojo y blanco, así que hubo varios vuelcos , rodillas raspadas, lo típico, y las malas lenguas dijeron que el jorgito, casi va a parar debajo del colectivo.
Todos a guardas nuestros bólidos de rulemanes , y los sacábamos de tanto en tanto, con permiso de nuestras respectivas madres y solo por la parte plana, con el tiempo las piezas se fueron gastando, y allí quedaron los rulemanes como recuerdos de aquellas carreras.